El agave es una planta extraordinaria.
No hay en el mundo plantas como el agave. Pocas deben de ser las que son capaces de proveer al hombre de casa, vestido, herramientas, sustento y salud; además de ser estéticamente hermosa; y por ello ha sido fuente continua de manifestaciones artísticas, y no para menos, ‘el paisaje agavero’ ha sido nombrado Patrimonio de la Humanidad.
Conocida en la actualidad también como ‘maguey’, dependiendo de su especie y de su zona geográfica; era (y es) también conocida como ‘metl’ en náhuatl; ‘tocamba’ en purépecha; y ‘guada’ en otomí; lenguas prehispánicas; y no fue hasta 1753 cuando el padre de la taxonomía y dícese también padre de la ecología, el sueco Carlos Lineo, la bautizó como ‘agave’, del griego ‘noble’ y del latín ‘admirable’; no sólo por la generosidad en cuánto a lo que nos proporciona, sino por su capacidad de crecer en ambientes muy secos, dónde incluso puede ser la planta predominante o exclusiva de determinadas zonas geográficas.
Existen alrededor de 300 especies de agave en el mundo, de las cuáles alrededor del 75% se encuentran en territorio mexicano y por ello se le considera centro y origen de la gran mayoría de las especies de agave.
Por evidencias arqueológicas se sabe que hace más de 10 000 años, grupos nómadas y seminómadas utilizaban diferentes especies de agave para la extracción de fibras y como alimento. Y años más tarde, en las culturas prehispánicas, el agave era fuente de fibras naturales, de medicina y de bebidas alcohólicas.
Y hasta principios del siglo XX, el agave llegó incuso a ser el motor de las tres principales industrias en México; el pulque (bebida popular fermentada de aguamiel de agave); el tequila (hoy la bebida más significativa de México) y las cuerdas de fibras naturales, éstas últimas provenientes del henequén y sisal, dos tipos diferentes de agave. La industria de fibras naturales llegó a tal nivel de desarrollo, que el 60% de las cuerdas del mundo eran elaboradas con fibras provenientes del henequén (Agave fourcroydes) o sisal (Agave sisalana). Hoy todavía quedan testimonios de las haciendas henequeneras en la península de Yucatán, muchas de ellas convertidas en hoteles de lujo en un entorno único.
Y lejos de perder relevancia en el mundo, hoy empiezan a florecer nuevos subproductos derivados del agave, como son el néctar y la inulina, dos productos con propiedades muy interesantes para su salud, y que Arihuá pone a su alcance.
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